Aun hoy en la Santa Misa hay momentos en los que el sacerdote abre sus brazos.
Posteriormente, se introdujo el gesto de las manos juntas, que era el gesto de atar las manos a los prisioneros. Sin embargo, los Mártires también iban al Coliseo a morir con las manos atadas, de modo que no tenían otra forma de hacer un símbolo de oración.
Además ese gesto era el que en la guerra hacían los soldados en actitud de súplica, de modo que se trasladó de todos ámbitos al mundo cristiano.
Mas tarde, ya en la edad Media, los vasallos usaban ese mismo gesto para prometer fidelidad a sus señores feudales. Con ese mismo sentido, se introdujo ese mismo gesto en la ordenación sacerdotal; el ordenado pone sus manos juntas entre las manos del obispo.
Además, el símbolo denota interiorización, paz y concentración en la oración. Es la postura más correcta (aunque no la única correcta, vale cualquier postura mientras no denote desprecio).
Para las celebraciones Litúrgicas-manos juntas-así como para recibir la comunión.