La tarjeta de exención de usar cubrebocas se está popularizando en México. Los dañinos «bozales», que los arquitectos de la pandemia han impuesto como presunta protección sanitaria, no son obligatorios en este país, según la legislación vigente. Para eludir el cumplimiento de este mandato ilegal en aquellos sitios que lo piden, se ha creado una tarjeta en base al articulado de la Constitución mexicana.
Las tarjetas dicen en el frente: “Estoy exento de cualquier ordenanza que requiera el uso de cubrebocas faciales en público. El uso de cubrebocas tiene un riesgo mental o físico para mí. En virtud del artículo 149 del Código Penal Federal, no estoy obligado a revelar mi condición».
Las tarjetas, en su reverso, transcriben las sanciones que la ley prevé por delitos contra la dignidad de las personas. Éstos son uno a tres años de prisión, o de 150 a 300 días de trabajo comunitario al que discrimine o menoscabe los derechos y libertades de las personas por cualquier razón (entre ellas, condición de salud).
La tarjeta de exención es cada vez más popular en el transporte y en el comercio, a medida que crece la conciencia de la ciudadanía acerca de sus efectos nocivos, y de su inutilidad para prevenir la supuesta transmisión de enfermedades entre las personas.
Hasta la Organización Mundial de la Salud, la voz oficial de la pandemia, advierte que el uso de un cubrebocas «puede crear una falsa sensación de seguridad» contra COVID-19 y que «no hay evidencia disponible sobre su utilidad para proteger a las personas no enfermas».
Más allá de la postura de algunas autoridades, cientos de estudios científicos reafirman que el uso del cubrebocas no tiene ningun beneficio sanitario, y en cambio, es perjudicial para la salud física y psicológica de las personas.
La tarjeta de exención de usar cubrebocas es promovida entre los grupos defensores de los derechos y libertades constitucionales ante la ofensiva totalitaria de grupos organizados en torno a la narrativa fraudulenta del Covid-19.
Fuente: Diario de Vallarta